DONDE EL MUSGO GUARDA LA MEMORIA Y LAS MANOS DAN FORMA AL SENDERO
En el corazón verde de Os Ancares, cuatro hombres se enfrentan al desorden del monte no con la urgencia del que tala, sino con la delicadeza del que cuida. Carlos, José Manuel, José Antonio y Víctor —rostros curtidos por la vida y por la convicción de estar haciendo algo más que un trabajo— son escultores de senda, guardianes de un trazado vivo, dibujado con el hilo fino de una desbrozadora que no hiere, sino que respeta.