Orillas de Ébano se presentó en A Coruña, ciudad presidida por una mujer valiente, María Pita

Si puedes soñarlo, puedes hacerlo. Orillas de Ébano se presentó en A Coruña, ciudad presidida por una mujer valiente, María Pita

“Si puedes soñarlo, puedes hacerlo’, dijo Walt Disney.  Así lo releí, al menos un par de veces más, en las anotaciones que me regaló Don Alfonso García, notario jubilado y escritor, al final del acto de presentación de mi primera novela Orillas de Ébano en A Coruña. Que fue notario es algo innegable pues, cada una de las hojas de su intervención, que me dejó sobre la mesa y yo recogí rápidamente sin poder dar a ese momento la atención que sin duda merecía porque firmaba la vez libros a los asistentes; las selló con su firma  llena de personalidad y marcada con una precisión que hace pensar que quizás así se firmaría todo aquello que alude a eso que llaman  ‘verdad’.

 

Rindiéndome al encanto de esta formalidad que tiene belleza propia, sentí que su sello, el que habla desde su alma, lo imprimió realmente con cada trazo de escritor que no precisa más que una mirada al público asistente, la ternura de un abuelo que, con sus nietos va a buscar entre las estanterías de una librería una de sus obras o la humildad y generosidad que me dedicó con cada ‘no sabes cómo te entiendo’ (aludiendo a las mil y una odiseas para publicar un libro). 

Una siempre intenta sobrellevar la presión de la incertidumbre provocada por continuas dudas sobre ‘si acudirá alguien o no’, los reencuentros de viejos conocidos que remueven las entrañas emocionales, e incluso, al ver como poco a poco se iba llenando la sala e intentar de una talla; el respeto de estar a la altura de todo el cariño entregado por parte de los asistentes que dejan sus plantes, algunos hasta su  Depor del alma por estar conmigo, por acompañarme. El nivel que marcaron unos acompañantes de altura y que una debe de corresponder. No solo eso, en el caso del local de la librería Arenas, la más antigua de A Coruña y con un encanto más que indudable, llenan sus paredes escritores de la historia de Galicia como Rosalía de Castro que  parecía que estaban hasta atentos a lo que una atrevida y más ingenua novel escritora decía. Y esto de estar también pendiente de satisfacer a una pared llena de personalidades hacen, al menos, tragar saliva.

Con un micro, que creo que no funcionaba pero, nos lo pasábamos unos a otros como si fuera la lanza de María Pita, y con un precioso centro de flores que otro de los magos, Antonio Álvarez, abogado y presidente de la Asociación Castaño y Nogal que, sin saber casi ni por qué, tendió su mano a esta loca escritora. Además, mis ojos cayeron en la flor de lis que estaba estampada en la tarjeta escondida en el ramo de flores. Sello, que jamás será de notario, pero que figura en cada página de Orillas de Ébano y en cada recodo de mi alma.

Por otro lado, Ovidio Rodeiro me dio la bienvenida a la ciudad de A Coruña demostrando un apoyo a la cultura, que en los tiempo que corremos, tanta falta nos hace aunque, a veces, quizás por ser intangible, quizás por no traducirse en dinero de  forma inmediata, casi ni nos demos cuenta de esta necesidad, incluso  más, casi ni la percibimos.

Qué placer es para una escritora que construye una novela que va dedicada a mujeres valientes, presentar esta humilde historia en una ciudad presidida por una mujer de armas tomar.

«Quien tenga honra, que me siga» gritó María Pita después de abatir  (dicen que con una lanza) al alférez que portaba la bandera enemiga británica. Su acción sirvió para recargar de  valor al pueblo coruñés y alcanzar la victoria.

Pero más allá dela victoria bélica permítanme expresarme sobre la que creo que fue  la gran victoria de esta mujer: "Su gran victoria fue contra todos los que pensaron que, por ser mujer, debía conformarse con menos".

En otro contexto, Nueva Orleans pero con el pilar central de una catarsis de una mujer valiente se gesta mi primera novela Orillas de Ébano.

Esta es la historia de una oportunidad a la magia que conforma la gran historia de amor olvidada, la que habla del amor a uno mismo. La misma magia que  hace vibrar a una niña con cada -erase una vez- que caía en sus manos; luego a una joven que a pesar de muchas dificultades, nunca dejó de creer en su sueño, alcanzar la profesión más bella del mundo, el periodismo; y a una mujer que, gracias a su primera novela y a sus primeros pasos como escritora pudo enfrentarse a un miedo aparentemente inexplicable, el temor a ser libre.

Nueva Orleans acoge el grueso de una historia con tacto de Ébano y ritmo de soul. Creencias, santos y pecadores, quién es esclavo, quién es señor acompañan a una mujer de ébano periodista de día y escritora de noche que se da cuenta de que la primera lectora de su historia es ella misma.

  

Cuando esta periodista de Nueva Orleans, Morgana, se propone enfrentarse a la peor de las historias, la suya propia, empieza a saber cómo reconectar con su esencia, redescubriendo su papel como mujer. Intenta con todas sus fuerzas conectar con su piel de ébano, como la de su abuelo Simón que, cuando le decía agarrando sus tirantes a unas erosionadas manos: “Corazón, las casualidades no existen”, sería para ella mucho más que una frase. 

Desde el diamante al final del Mississippi, desde la más sensual de los Estados Unidos hasta la profunda Etiopía, Morgana es capaz de quitarles el antifaz a verdaderos brujos del poder. Intentará recuperar a una sacerdotisa, a una princesa de ébano, a ella misma, que busca la manera de reunirse con un padre del que sólo tiene un cristal de cuarzo rosa por cada uno de sus treinta cumpleaños. Con una capacidad de asombro a prueba de bomba, un hombre del que se enamora, Nahil, le hará descubrir la elegancia que otorga el amor propio por encima del propio amor. Morgana se atreve a conectar con el alma teñida de ébano de las calles de Nueva Orleans  repletas  de swing que invitan sin duda a descubrir el placer de hablar el lenguaje del soul.

Esta es la auto-crónica del acto de presentación de mi novela Orillas de Ébano en la ciudad Delta de A Coruña, a la que estaré siempre agradecida y a quienes me acompañaron.

 

Aida Soilán Enríquez, periodista y escritora