En la cabecera de la cuenca del río Donsal, entre Souto, Casteldemaria y O Cousín, el otoño se derrama en mil matices que respiran historia.
Los bosques, vestidos de robles, castaños, alisos y abedules, se enredan con el murmullo de los regatos, el canto del agua y el silencio antiguo de las lomas.
Aquí, cada piedra guarda el eco de los caminos romanos y los pasos medievales que unieron aldeas y esperanzas.
Por estos valles serpentea la Ruta Quintá – Río Donsal, candidata a Sendero Azul 2026, un itinerario que enlaza paisajes y emociones, memorias rurales y valores humanos.
Es un sendero que cuenta la historia de quienes partieron, con la emigración en el horizonte, y de quienes se quedaron cuidando el bosque, el río y los prados que hoy respiran paz.
Aquí la naturaleza no es un decorado: es alma viva que enseña a convivir con el tiempo.
La pureza del aire, la frescura del agua y la abundancia de oxígeno que regalan estos montes son un legado invisible que se siente al caminar despacio.
Cada paso se convierte en meditación, cada respiro en gratitud.
El Donsal es escuela de silencio y equilibrio, refugio donde el cuerpo se serena y el alma se reencuentra con lo esencial.
Por eso, esta ruta —promovida por la Asociación Castaño y Nogal y avalada por los tres municipios que la acogen— representa un modelo de sostenibilidad y compromiso con la tierra, en sintonía con los principios que ADEAC, la UNESCO y la ONU reconocen: educación ambiental, conservación del patrimonio y desarrollo rural equilibrado.
Aquí, cada hoja caída escribe una historia, cada gota que corre hacia el río Navia lleva un mensaje de continuidad y respeto.
La Ruta Quintá – Río Donsal es un poema natural donde el tiempo, el agua y el hombre aún dialogan sin ruido ni descalificaciones.
Poesía final
Entre castaños y nieblas camina el aire,
el río susurra al bosque que escucha.
El otoño escribe, hoja a hoja, su partitura,
y el agua compone, sin músicos ni partituras,
la memoria verde del alma ancaresa.










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