España arde. Galicia, Castilla y León y Extremadura concentran el 85,3% de las hectáreas calcinadas entre el 3 y el 18 de agosto de 2025, según datos del sistema europeo EFFIS. Pero lo que más quema no es solo el fuego: es el silencio. Silencio político, mediático e institucional. Silencio que encubre negligencias, presupuestos insuficientes y decisiones forestales que alimentan el desastre.
Los incendios no son solo meteorología. Son planificación fallida, especies inflamables autorizadas por decreto, cortafuegos mal diseñados o inexistentes. Son el abandono rural, la falta de pastoreo y desbroce de biomasa que convierte el monte en una bomba que incinera paisaje, biodiversidad y aire. Son también la ausencia de criterios urbanísticos aplicados al suelo forestal. ¿Por qué no se exige a las plantaciones forestales lo que sí se exige al urbanismo? ¿Por qué no se zonifica, regula y previene desde el diseño?
En Galicia, más de 156.000 hectáreas han ardido, de las cuales el 98,6% se concentran en Ourense, con un solo incendio en A Rúa que ha calcinado 44.789 hectáreas. En Castilla y León, el presupuesto para prevención y extinción en 2025 es de 42,3 millones de euros, según la Ley de Presupuestos Generales. ¿Es suficiente? ¿Dónde está el desglose por provincia, por tipo de actuación, por brigada? ¿Por qué no se publica con transparencia? ¿Dónde están las hectáreas de monte, caminos y sendas desbrozadas desde 1981?
Los medios generalistas no informan. Las revistas especializadas callan. La clase política mira hacia otro lado. Pero la Fiscalía de Medio Ambiente ha anunciado una investigación. Desde CyN, lo hemos solicitado y lo seguiremos haciendo a múltiples niveles. Llevamos más de una década reclamando una agenda pública de brigadas y distritos forestales. Desde el pasado 3 de julio, nos hemos volcado en el análisis de causas, origen y superficie comparativa quemada en la UE, con especial atención a Francia, España y Galicia.
Comparativa internacional (2025)
Fuentes: EFFIS, Copernicus, MITECO, IGN, ADEME (Francia)
Francia, con incendios graves en Corbières (16.000 ha), ha activado el Mecanismo Europeo de Protección Civil y publicado mapas de riesgo y presupuestos por región1. España, en cambio, carece de desglose provincial público y de criterios técnicos homogéneos para cortafuegos, que deberían alcanzar 100, 300 o 500 metros según orografía y tipo de plantación.
La prevención comienza en el tipo de árbol autorizado, en el diseño del paisaje forestal, en aplicar al monte los criterios que rigen el suelo urbano. En escuchar a científicos, no solo a lobbies forestales. En invertir en brigadas, formación y vigilancia, no solo en helicópteros cuando ya es tarde.
Este comentario editorial se publica con cuatro infografías limpias, visuales y en color, diseñadas para móviles, que oxigenan al lector con información que no encontrará en ningún otro medio. Porque la lealtad con la tierra quemada exige coherencia, rigor, voz propia y diferenciada, labrada con plan, trabajo y pasión.
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