Amigo Alfonso:

Como siempre leo, aplaudo y aprendo de tus artículos revestidos de «sentido común», que escribes para los lectores del Correo Gallego.

Quiero referirme a uno de los últimos sobre el «Lenguaje de algunas señorías». 

Como siempre tu articulo genial, especialmente en la síntesis sobre los principios elementales de la oratoria y su colega la retórica, artes en absoluta decadencia y en trance de perecer ahogados en la sentina de la incultura, la desidia intelectual, la proliferación del lenguaje digital y otras hierbas tóxicas.

Amigo Alfonso: el tema tiene mal arreglo, cada uno habla en función de lo que piensa, aunque no siempre, y se expresa en función de sus posibilidades culturales y oratorias. Un burro sólo sabe rebuznar. Punto. Utilizan el insulto y el improperio como provocación, de forma soez, zafia, ofensiva. Hasta para insultar hay que tener estilo. Recordemos los insultos clásicos: villano, bribón, bellaco, felón….. que hasta embellecían el lenguaje. Ahora no los entendería ninguno de los insultantes profesionales.

 

El parlamentarismo y la política en España está invadido por la mediocridad. En principio se me ocurrió calificar el Parlamento como un circo, pero creo que es más adecuado nominarlo como un parque zoológico, debido a la fauna parlamentaria de variada especie: zorros (sólo en masculino), hienas, camaleones, asnos, buitres, cotorras, macacos, escorpiones y otras especies del animalario político.

Un breve repaso a épocas pretéritas nos ilustran sobre las buenas relaciones entre la política, la cultura y el arte de la oratoria. Ahí van unos cuantos nombres: Pemán, Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, Azaña, Castelar, Blasco Ibáñez, Echegaray, Azorin, Julian Marías y un largo etcétera, que hicieron del Parlamento la sede de la palabra, el trono de la cultura. Ahora es un zoológico, una berrea, donde el aullido sustituye a la palabra. Lo más desolador es admitir que dichos parlamentarios los ha elegido el pueblo. Son cosas de la democracia. Aún así bienvenida sea.

Salud y suerte

José Ramón

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