… en ocasiones irreconciliables y en otras hermanadas ante la adversidad.
españa de sol y castañuelas y españa neblinosa y taciturna; españa taurina y antitaurina; españa húmeda y de secarral; españa de pícaros como Guzmán de Alfarache, Estebanillo, La Celestina, Marcos de Obregón, El Lazarillo y El Buscón y místicos como Santa Teresa, Fray Luis de León, Fray Luis de Granada, San Pedro de Alcántara, San Juan de la Cruz y San Francisco de Borja.
¡Qué decir de las españas clerical y anticlerical; de la españa que quiere serlo y de la españa que no quiere serlo!; de los partidarios del español y los del castellano; españoles de olla y españoles hidalgos; Sancho Panza y Don Quijote;…
Y, cuando ya no queda nada de lo que discutir, nos inventamos la botica de arriba y la botica de abajo o los de sol y los de sombra en la plaza de toros.
La diversidad genera riqueza, pero…. con el matiz del necesario respeto. Ante la discrepancia solemos adoptar dos posturas: crear un coro con voces de la misma cuerda para escuchar sólo la composición que complace nuestros oídos; o crear un coro monocorde con una sola voz discrepante -a quien abruma la mayoría- que nos permite creer en una engañosa diversidad de opiniones.
Aún hay más, cuando la tertulia política, familiar, de amigos, profesional, etc. es monocorde, alguien se inventa un matiz para resucitar nuestras dos españas, aparentemente imprescindibles e irreconciliables. Y aparecen los gritos, solapamientos de las intervenciones, el hablar para todos y para nadie, … la conversación de gallinero o de casa de vecindad.
¿Será posible mantener la riqueza de la diversidad en una única España: plural, respetuosa, tolerante, que escuche,… sin merma de la defensa de las ideas y opiniones propias, para enriquecer el resultado?
¿Será posible el entendimiento armonioso sin usar las ideas como arma arrojadiza contra el adversario? ¿Será posible ponernos de acuerdo en lo sustancial?
Yo se lo pido en la Navidad a quien corresponda, una vez más pero con la misma esperanza e ilusión del pasado año: un pacto nacional sobre los grandes asuntos de Estado que a todos preocupan: economía, enseñanza, terrorismo y coordinación autonómica. Si no es posible un nuevo Pacto de la Moncloa llamémosle Pacto por el Entendimiento.
¡Paz y Bien en la Navidad!