Desde las cumbres de Os Ancares y Cancelada, cuando el sol apenas roza las laderas que abrazan la ruta Quintá – Río Donsal, se escucha lo que muchos ignoran. Lo cuentan los líquenes, como encías milenarias de los árboles nobles. Lo susurran las raíces del musgo, que trepan muros y se abrazan a los troncos con la paciencia de los siglos. Galicia guarda la voz de sus paisajes antiguos. Pero esa voz, que fue coral, hoy está mercada y corre riesgo de apagarse para siempre.

El paisaje forestal gallego ha mutado profundamente. En 2023, más de 413.000 hectáreas de eucalipto y otras 422.000 de pino han ocupado el corazón de Galicia. Son especies foráneas, ajenas al ritmo de la tierra. “O noso monte é noso e fala galego”, decía Castelao. Hoy, una tercera parte de nuestros bosques habla con acento ajeno y arde con facilidad devastadora.

Entre 2013 y 2023, el eucalipto ha ganado más de 130.000 hectáreas. Lo ha hecho en silencio, disfrazado de rentabilidad y rapidez, mientras cada año una media de 27.300 hectáreas se pierde entre llamas. En 2017, ardieron 499 casas. Desde entonces, al menos 27 personas han muerto como consecuencia directa de los incendios forestales. No son cifras. Son nombres, recuerdos, proyectos de vida.


Una resonancia magnética del monte: Francia, España y Galicia en el espejo

En Francia, con una política forestal planificada y descentralizada, la proporción de eucaliptos es insignificante. En Galicia, es la norma. La superficie quemada media anual por cada 100.000 hectáreas de territorio es:

  • 31 en Francia,
  • 168 en España,
  • y 925 en Galicia.

Y sin embargo, Galicia es la que más invierte por hectárea en prevención, con cargo a los contribuyentes europeos y españoles. La paradoja es reveladora: no arde el presupuesto, arde el modelo forestal.

Como escribió Herbert Marcuse: “La libertad no consiste en escoger entre blanco y negro, sino en evitar esa imposición”. El modelo gallego no es una elección libre de los pueblos. Es el resultado de una política forestal sin planificación de futuro ni respeto por el equilibrio ecológico.

Ecos de ida y vuelta: lo que pensaban los que partieron

Cuando nuestros abuelos y bisabuelos se marchaban hacia La Habana, Buenos Aires, Caracas o Argelia, lo hacían con dolor, pero también con certeza. Dejaban un rural con carballos, castiñeiros, soutos que cuidaban, y aldeas donde el monte era refugio, alimento y símbolo de vida y supervivencia. En sus cartas desde Nueva York, Barakaldo, París, Ginebra o Barcelona, hablaban de la frescura de las carballeiras y del “olor da leña de verdade” para calentarse, cocer el pan y curar las matanzas

Hoy, muchos nietos regresan a casas heredadas y no reconocen el monte que soñaban. Donde había prado, hay monocultivo. Donde había fonte, hay maleza. Donde había sombra, hay riesgo de incendio descontrolado de especies foráneas.

Como escribió Cervantes: “El agradecido guarda el beneficio recibido, y busca la ocasión de pagarlo”. El rural gallego ha sido generoso con Galicia entera. ¿Lo hemos agradecido?

Un diagnóstico con cura: el monte también puede sanar

Este texto es una resonancia magnética clínica e informe valiente del rural gallego, comparado con España y Francia, vista desde la experiencia de quienes lo caminan, lo limpian, lo cuidan y lo protegen. No es un réquiem. Es una paloma mensajera que ha cruzado la península y los Pirineos, y ha vuelto con mensajes y datos condensados en infografías y gráficas con datos para los fieles lectores y seguidores de esta página.

Desde Castaño y Nogal no hacemos literatura ni pancarta: hacemos campo, hacemos análisis y hacemos comunidad. Porque sabemos que la conciencia ciudadana y política puede regenerar el paisaje. Porque hemos visto con nuestras propias manos que un bosque autóctono florece si se le deja respirar, poda, limpia y enseña, pues los árboles nobles y la vegetación autóctona agradecen que se les visite, recuerde y de compañía.

Prevenir es cuidar antes de que arda. Plantar bien es amar a largo plazo. Gobernar es entender que el monte no es un negocio, sino un legado.

Epílogo desde el musgo

A quienes leen desde las ciudades, desde la emigración o desde el corazón del rural: este es un mensaje de la tierra que aún quiere hablar. A las autoridades y medios: este es un diagnóstico clínico que pide tratamiento, no silencio.

Y a quienes aún dudan: mirad las cifras, mirad las fotos, mirad los árboles. Y después, elegid.

Porque donde arde el bosque, arde también la memoria y el porvenir.
Y aún estamos a tiempo. El musgo y el liquen siguen vivos en la cuenca y ruta del Donsal para seguir radiografiando la vida rural y escribir informes clínicos para que la sabia circule por troncos y ramas que darán sombra a los senderistas que nos visitan y les genere reflexión lo hecho y lo que se podría hacer en cooperación, con ética y compromisos compartidos con lo común.

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Comentario-informe de Castaño y Nogal sobre incendios forestales y prevención desde el territorio

Cada verano Galicia y buena parte de España arden. Pero el fuego no es la causa, sino el síntoma de una falta de planificación y dejadez estructural, reiterada año tras año. No hay azar en los incendios forestales: lo que hay es abandono, desconexión con el territorio, descoordinación entre administraciones —convertidas en islas de poder— y un uso ineficiente, a veces irresponsable, de los recursos públicos afectos que deberían proteger lo común y no lo hacen.

Arden montes, sierras, laderas, zonas cultivadas de cereales, pueblos, establos, pallozas y aperos… pero también arde lo que no se ve: la confianza ciudadana, la memoria de nuestros mayores, la biodiversidad, los cauces, los suelos, las raíces, la posibilidad real de vivir las especies en el rural con dignidad.

Desde la Asociación Castaño y Nogal —centinela activa del paisaje desde 2008, voz crítica y cooperante persistente en Os Ancares— alzamos -una vez más- la voz con serenidad pero sin ambigüedades: el modelo de prevención vigente ha fracasado. Administraciones con competencias como la Generalitat de Cataluña, la Xunta de Galicia y otras administraciones reaccionan tarde, solo cuando las llamas ya lo arrasan todo y ni la UME puede pararlo, cuando ya es tarde para proteger la vida vegetal, los bosques, la biodiversidad de especies y la riqueza ambiental que aún respira y genera oxígeno.

La prioridad institucional parecen ser los contratos de emergencia y el despliegue reactivo de medios aéreos, no el cuidado preventivo, planificado y comunitario del territorio.

Mientras tanto, quienes sí lo cuidamos —desbrozando caminos, entonos llenos de vida autóctona, restauramos tramos erosionados, mantenemos viva una senda homologada de 18,2 km en plena Reserva de la Biosfera— lo hacemos con obstáculos deliberados y barreras dignas de una película de terror, de ejemplos de insumisión legal, de malas prácticas y asfixia administrativa, sufriendo discriminación, sin cobertura pública, sin eco en los medios ni en las agendas institucionales. Lo hacemos con quienes nos escuchan y están dispuestos a cooperar, con herramientas propias y/o en cooperación puntual o periódica, con ética, con lo más granado de la juventud mundial comprometida con lo común. Lo hacemos sin quemar, esculpiendo viejos caminos de carro y sendas ancestrales, entornos de sendas y ouriceiras, de presas, río y regatos que ejemplo vivo de la belleza natural de un territorio que necesita ser amado y conservado, sudando la camiseta. Sin negocio. Con alma.

Hay cientos de millones de euros asignados a resiliencia, sostenibilidad y digitalización del rural. Pero los vemos pasar de largo. Y no es por casualidad.

Cada incendio sin o mal prevenido es una claudicación institucional ante intereses económicos y políticos que se benefician del fuego o de su gestión. Es una agresión al presente y una renuncia al futuro. Galicia y Cataluña, como el conjunto de España, merecen más que anuncios y comparecencias vacías: merecen y necesitan una estrategia seria, plan integral, cooperación basada en el conocimiento del territorio, en la implicación real de la sociedad civil y en el uso eficiente de los recursos disponibles. prevención en Galicia, en Cataluña, en Castilla y León, en Valencia, en Canarias. En toda España. Hay fuego… y silencio. Hay fondos… y descoordinación. Hay poder… y falta de ética pública, hay falta de prevención y de acción en el territorio. Hay falta de diagnóstico del problema y de la inacción pagada por todos los contribuyentes.

Y nos preguntamos como parte de la sociedad civil:

¿No es también una forma de corrupción la inacción y la infrautilización de recursos materiales y humanos pagados por todos los contribuyentes?

¿No lo es la falta de planificación territorial la plantación de especies foráneas, de eficiencia, de agenda pública y de control de productividad de medios materiales y humanos permanentes de brigadas de distritos forestales?

Lo que arde no es solo monte: es nuestro futuro común, el legado de generaciones y hasta cementerios (como el de la 1ª foto) donde reposan restos óseos y cenizas las generaciones que nos precedieron.

Y cada hectárea, cada árbol, cada casa, cada colmenar o establo quemado sin prevención efectiva es una derrota colectiva.

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Comentario editorial de Castaño y Nogal (CyN)

Los eucaliptos, los vertidos industriales y la emisión de gases de una megaplanta como la que promueven ALTRI y GREENFIBER no pueden hipotecar el futuro ni la esperanza de Galicia. Nadie, absolutamente nadie, ha acreditado que los vertidos químicos, los olores y la superplantación de eucaliptos que requeriría la planta sean inocuos para el río Ulla, la ría de Arousa, el Camino de Santiago, la salud o la biodiversidad. Cuando el poder elude las pruebas y los compromisos internacionales, corresponde a la sociedad civil decir alto y claro: non se vende o que é común.

La ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, reconoció el 25 de junio en Vigo que el proyecto de ALTRI no contará con ayudas del PERTE estatal. Fue un mazazo al discurso oficial de la Xunta de Galicia, que presentó durante meses el megaproyecto de Palas de Rei como “verde”, “sostenible” y ya “garantizado”. Pero la verdad es otra: ni es verde, ni es inocuo, ni está aprobado. Menos aún legitimado por la ciudadanía informada.

Castaño y Nogal, como parte activa de ese 0,06% de alegantes que no usó formularios-tipo, presentó en marzo un escrito-dossier de 119 páginas con fundamentos legales, hidrológicos, ambientales y socioeconómicos. A ello se sumó en abril una denuncia administrativa ante el Ministerio para la Transición Ecológica, sobre aspectos que la Xunta ha querido ocultar. Hemos hecho lo que nos corresponde: actuar en defensa del bien común, del agua y de los paisajes vivos.

La fotografía aérea del estuario del Ulla, en Catoira, nos recuerda a dónde va a parar el olvido institucional: el mar recoge lo que el río arrastra. Si esta planta se construye, día tras día, más de 30.000 m³ de aguas industriales a 29 °C —con residuos químicos y sin reutilización— serían vertidos en un río con caudal disminuido en verano, en plena Red Natura 2000. Ese agua desemboca en Carril, A Illa, Rianxo, Vilagarcía. ¿Y el marisqueo? ¿Y los cultivos? ¿Y la salud pública?

Las alegaciones de CyN alertan de hechos incontestables:

  • Greenfiber S.L. fue creada con 1 millón € de capital para un proyecto de 900 millones. Sin terrenos. Sin financiación privada real. Pero con pretensión de 250 millones en ayudas públicas.
  • Se presentaron cifras maquilladas: en realidad, se proyectan 400.000 t/año de celulosa (CNAE 1711) y solo 200.000 t/año de lyocell (CNAE 2060).
  • Se pretende captar 46.000 m³ de agua potable al día del embalse de Portodemouros, y devolver solo una parte contaminada y caliente al río.
    Requiere más de 168.000 nuevas hectáreas de eucalipto, en una Galicia ya exhausta, con consumo estimado de 20 a 40 litros diarios por árbol.
  • Afectaría a especies como el salmón atlántico, la lamprea y el mejillón de río, y a más de 11 municipios que usan las aguas del Ulla.

En lugar de someter este megaproyecto a una evaluación científica abierta, se han producido informes opacos, difíciles de consultar, no públicos ni objetivamente motivados. La Declaración de Impacto Ambiental publicada en el DOG nº 51, de 14 de marzo de 2025, no es una autorización definitiva, aunque se está presentando como tal, dentro de una campaña institucional y mediática sin precedentes en Galicia.

El Ulla no es un río cualquiera. Su curso recoge memoria, cultura, economía local, biodiversidad fluvial y espiritualidad milenaria. Su desembocadura no es solo geografía: es el umbral de la mayor ría marisquera de Galicia. ¿Puede Galicia permitirse un error tan grande? ¿Podemos legitimar desde el silencio un modelo extractivo, especulativo y contaminante?

Desde la Asociación Castaño y Nogal afirmamos con convicción: Galicia no puede ser zona de sacrificio. Sus patrimonios culturales, naturales e hídricos no se pueden negociar por promesas sin garantías. No olvidaremos. Porque aguas abajo hay vida, hay futuro… y hay dignidad.

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Clínica natural para una democracia deshidratada, sin plan, sin pulso y sin coherencia

Pensamientos frescos para un verano de niebla política y ecos mediáticos sin fondo

En un país donde los discursos se suceden como estampas recalentadas, donde los titulares se solapan sin alma ni horizonte, la tierra aún respira con fidelidad vegetal. En la Fraga de Baliñas, al abrigo de sombras milenarias, el musgo, el liquen y el río Donsal conservan lo que tantos han olvidado: el saber que no grita pero orienta, la verdad que no se emite pero fertiliza el alma colectiva.

Esta página no es manifiesto ni queja. Es una hoja escrita con savia y raíces, destinada a quienes todavía desean entender, sentir… y sanar. Desde un rincón remoto del mapa político, pero vivo en memoria vegetal y humana, se abre una clínica natural para un país que ha olvidado sus preguntas esenciales.

Detalle de un muro vivo cubierto de musgo: la memoria vegetal de lo que permanece y no se repite, aunque no lo miremos.

I. Donde crece el musgo, brota la memoria

En lo más hondo de la fraga, donde no llegan las prisas ni el ruido de los algoritmos, cuatro presencias coinciden. No son sabios en el sentido moderno, pero sí guardianes del sentido vital y del compromiso con lo esencial:

  • El musgo, que solo sobrevive donde la calma vence al estruendo.
  • El liquen blanco, que se adhiere a lo antiguo sin destruirlo, filtrando el aire de la arrogancia.
  • El río Donsal, que recoge las aguas humildes de su cuenca sin detenerlas ni corromperlas.
  • Y un hombre —el presidente de Castaño y Nogal—, que ha caminado descalzo entre silencios institucionales, y ha dejado huellas en piedra, papel… y alma.

Aquí no se pregunta qué partido gana, sino quién cuida lo invisible, quién escucha en profundidad, quién planta y conserva sin esperar foco ni aplauso.

Lo que no se piensa, se repite.” —Antonio Machado.

Y así ocurre: en tertulias prefabricadas, consejos de gobiernos que no gobiernan y redacciones que confunden libertad con bullicio. Pero el bosque no repite, se adapta. Resiste. Enseña.

Ouriceira cubierta de musgo junto al río: arquitectura de la memoria comunal en los márgenes del Donsal.

II. El liquen como espejo: la democracia sin oxígeno

El liquen, testigo blanco de la salud del aire, no sobrevive en ambientes viciados. Su mensaje es directo: sin equilibrio, no hay simbiosis; sin oxígeno, no hay democracia. Hoy, muchos de los sistemas que deberían cuidarnos asfixian o abandonan. Las instituciones respiran solo para sí mismas. Las plazas se convierten en platós. La palabra se degrada en consigna.

La política es demasiado seria para dejarla solo en manos de los políticos.” —Charles de Gaulle.

Y en Galicia, en Lugo, como en otros tantos lugares del país, también se ha dejado fuera a quienes construyen sin ruido. A quienes sostienen la vida común desde la base.

  • ¿Quién audita el gasto sin alma?
  • ¿Quién interroga sobre lo que falta en hospitales, aulas, y montes?
  • ¿Quién baja al terreno antes de legislar desde los despachos?

Liquen blanco sobre corteza de roble: termómetro de la salud del entorno, como lo es la verdad para la vida democrática.

III. El Donsal habla en voz baja, pero dice

El Donsal no da titulares. Da vida. No corre para salir en encuestas, pero fluye con firmeza de siglos. Sus aguas limpias no presumen, alimentan. Su cauce no divide, une.

La esencia del poder es la acción conjunta; el poder muere cuando el diálogo muere.” —Hannah Arendt.

El Donsal responde, con su lenguaje de roca y sombra:

  • Quedan árboles con leyenda y sabiduría vegetal.
  • Quedan rastros del trabajo callado que no piden reconocimiento.
  • Queda el musgo, que aún recuerda.

Y quedan caminos no televisados, pero que han sostenido pueblos, generaciones y vínculos.

Agua limpia del Donsal descendiendo con humildad: habla sin ruido, pero deja huella.

IV. El hombre y los senderos que no salieron en television

El presidente de CyN no es rostro de plató, sino artesano de futuro y memoria. No proclamó, hizo. No compitió, conectó. Ha sobrevivido a la censura que ignora sin negar, al olvido que margina sin explicar. Y convirtió la acción en forma de dignidad persistente.

Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad.” —Antonio Gramsci.
La claridad es la cortesía del filósofo.” —José Ortega y Gasset.

Y también del servidor público, del periodista que investiga, del maestro que enseña desde la raíz. Hoy, más que nunca, no basta con decir: hay que hacer con alma y propósito. Y recuperar el gesto anónimo de quienes plantan sin esperar cosecha personal.

Dalle y bastón sobre un fondo natural: herramientas humildes de quien hace sin esperar elogios.

V. Raíces, savia y futuro

La fraga no interrumpe. No discute. Solo respira. Y en su respiración late una advertencia y una esperanza.

  • ¿Estamos aún dispuestos a mirar con ojos nuevos?
  • ¿A renunciar al ruido para recuperar lo esencial?
  • ¿A caminar sin protagonismo, pero con sentido?

Quizás ya no se trate de buscar salidas, sino de reconocer los caminos que siguen ahí, cubiertos de musgo y flores, intactos, esperando nuestra lucidez, nuestra humildad… y nuestra responsabilidad.

Troncos vestidos de musgo en vertical: símbolo de lo que sostiene en silencio la vida y su porvenir.

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En el corazón verde de Os Ancares, cuatro hombres se enfrentan al desorden del monte no con la urgencia del que tala, sino con la delicadeza del que cuida. Carlos, José Manuel, José Antonio y Víctor —rostros curtidos por la vida y por la convicción de estar haciendo algo más que un trabajo— son escultores de senda, guardianes de un trazado vivo, dibujado con el hilo fino de una desbrozadora que no hiere, sino que respeta.

Bajo sus pasos, la franja del PR-G 159, la Ruta Quintá-Río Donsal, se va abriendo como si despertara de un largo sueño de lluvia, brotes y raíces. No es una poda, es una caricia. El corte es preciso, el gesto respetuoso. Como bien decía Manuel Espiña Gamallo, “o rural non é pasado, é país”. Y este país verde, húmedo y fragante, se honra así: cuidándolo desde la raíz y con conciencia de paisaje compartido.

Cada trazo que limpia el paso revela un cuadro distinto: margaritas silvestres como pinceladas, líquenes como letanías del aire puro, helechos que bordean las veredas como si fueran bordados de una abuela antigua. El musgo no se pisa, se honra. Las cáscaras de los castaños no se arrancan, se contemplan. Y los árboles marcados con señales blancas y amarillas son faros humildes en la espesura, guiando a quien camina sin ruido, como pedía Machado, “ligero de equipaje”.

Víctor, recién llegado de una Barcelona saturada de asfalto y guardias nocturnas, encuentra en Frayán algo que había perdido: el pulso sereno del bosque, la conversación muda de las hojas, la respiración pausada de las raíces. “Isto é outra cousa”, nos dice, con una sonrisa que no necesita traducción. Y tiene razón. Aquí el trabajo no es cifra ni estadística, es alma. Es parte de esas más de 31.500 horas de esfuerzo voluntario acumulado, de un legado que se ha hecho a base de fe, de entrega, de ese “beber a terra cos ollos”, que diría Helena Villar Janeiro.

Hoy hemos caminado con ellos. No todos a la vez —por seguridad—, pero sí con la misma emoción. Cada uno en su tramo, conscientes de que el exceso también puede ser mutilación. Por eso miden, valoran, respetan. Lo aprendieron de la cultura CyN, donde cada intervención se hace como si se tratara del cuidado de un bebé ecológico, donde los paisajes no se explotan, se escuchan.

Bajo estas copas altas que susurran y sobre estas rocas cubiertas de musgo que parecen retener la humedad de los inviernos más crudos, hay una memoria callada que se activa con cada paso. Rosalía de Castro lo intuía: “Ninguén canta como o río cando chora en soidade”. Y aquí, en este sendero esculpido a pulso, el río no llora. Acompaña.

A las instituciones que aún no entienden el valor estratégico y espiritual de este corredor verde, a los mecenas potenciales, a las concellerías cercanas, les decimos: no se trata de “subvencionar”. Se trata de corresponsabilizarse. La vida de un sendero como este garantiza algo más que paso libre: garantiza introspección, salud, turismo sostenible, raíces, identidad.

A los que caminan, a los que siguen este proyecto desde lejos —desde A Coruña, desde Madrid, desde Viena o desde Becerreá— les dejamos aquí un pedazo de lo que se está haciendo con mimo. Para que sigan, apoyen, vengan. Porque como diría Castelao, “hai que sementar cultura para colleitar futuro”.

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La Asociación Castaño y Nogal (CyN), promotora de la Ruta Quintá-Río Donsal —homologada por la Federación Gallega de Montañismo en 2013 como PR-G 159— ha iniciado el proceso para presentar su candidatura al distintivo de Sendero Azul 2026, otorgado por ADEAC a itinerarios que unen excelencia ambiental, educación y conservación del patrimonio natural y cultural.

Esta mañana, el presidente de CyN, Antonio Álvarez González, trasladó oficialmente la iniciativa al alcalde de Becerreá, Manuel Martínez Núñez, y a su concejal de Cultura y Deporte, César Gómez. Por la tarde hizo lo propio con el alcalde de Navia de Suarna, José Fernández. Ambos municipios albergan el 98% del recorrido de esta senda única, el 2% restante pertenece a Cervantes, con cuyo alcalde Benigno Gómez se contactará esta semana.

La candidatura no solo es un reconocimiento al entorno privilegiado de la Reserva de la Biosfera Ancares Lucenses, sino al modelo de cooperación y compromiso cívico, ambiental y rural vertebrado desde 2010 por CyN con apoyo de personas voluntarias, senderistas, entidades públicas, expertos y pequeñas empresas.

Esta senda líder en mantenimiento, limpieza y transitabilidad atraviesa zonas húmedas y sombrías de bosque autóctono, con tramos dominados por castaños centenarios, alisos, robles, musgos, líquenes y helechos, y discurre en paralelo a ríos como el Donsal y el Navia. El color y el silencio del entorno se transforman con cada estación. Ahora, en primavera, la ruta resplandece en más de diez tonalidades de verde, intensos amarillos de xesta y tojos, blancos silvestres y pinceladas de rojo, en una sinfonía vegetal que emociona.

Esta misma semana han comenzado los trabajos de primavera-verano de limpieza y mantenimiento, programados por CyN y los Concellos de Becerreá y Navia. Estas actuaciones periódicas son vitales para conservar la seguridad y belleza del recorrido, que se ha convertido en un referente nacional de senderismo en zonas de montaña poco accesibles y de alto valor ecológico.

Gracias a su microclima fresco y húmedo, su altitud moderada y su trazado en sombra durante más del 60% del trayecto, CyN prevé este verano una fuerte afluencia de senderistas, atraídos por un entorno sano, seguro y auténtico. La Ruta Quintá-Río Donsal es hoy un modelo exportable de regeneración territorial, participación social e innovación ambiental no urbana, reconocida por diversas entidades e instituciones.

Los paisajes capturados en las imágenes que acompañan este anuncio muestran la pureza de su bosque, la frescura de sus aguas y el alma de un sendero que ha unido a vecinos, técnicos, jóvenes de 18 países y amantes de la naturaleza. Es más que una ruta: es una lección viva de resiliencia rural, cooperación y defensa del patrimonio común.

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Lo que no se cuenta, se pierde: el paisaje oculto de los informativos y la prensa.

En los valles húmedos y en las copas altas del bosque atlántico, el musgo y el liquen nos enseñan algo vital: sólo persiste lo que encuentra condiciones propicias para crecer. En los márgenes del Donsal, donde la sedimentología narra siglos de adaptación y fuerza, también aprendemos que todo lo que queda fuera del cauce —sin cuidado, sin atención— acaba arrastrado, sepultado o simplemente olvidado.

Algo parecido ocurre con los contenidos esenciales en los medios de comunicación públicos y privados. Desde el rural gallego hasta las ciudades, la economía real, el medio ambiente, el emprendimiento rural, la biodiversidad, la salud pública, la accesibilidad, la educación aplicada, el cooperativismo, los saberes tradicionales y los retos de nuestra geografía humana y natural apenas tienen lugar en la parrilla de las grandes cadenas y medios impresos ni en las columnas de opinión de los grandes periódicos. Son los musgos del periodismo: valiosos, discretos, resilientes… pero invisibles si no se les observa de cerca.

En lugar de ese contenido transformador, se repiten en bucle tertulias sin raíces, enfrentamientos estériles y una simplificación que convierte los informativos en titulares sin contexto, opiniones sin contraste, debates sin preguntas. Y lo grave no es solo lo que se emite, sino lo que no se emite. El silencio sobre lo que verdaderamente construye país es una forma moderna —y preocupante— de erosión informativa.

Desde la copa de un castaño centenario, la vista alcanza a comprender lo que el foco mediático ha abandonado: el territorio, su gente, sus problemas y su potencial. Las cadenas y cabeceras que se presentan como servicio público parecen haber olvidado que informar también es guiar, orientar, sembrar, dar luz. Que el periodismo no es solo contar lo último, sino lo importante de lo que acontece.

Sabemos que los medios están en una encrucijada tecnológica y económica. Pero la verdadera crisis no es de soporte, sino de misión. ¿A quién hablan? ¿Qué sociedad representan? ¿Por qué no muestran ejemplos vivos de cooperación, investigación, regeneración del paisaje o trabajo desinteresado? ¿Dónde está el esfuerzo por conectar con lo que no hace ruido, pero sostiene silenciosamente este país?

Hay otro mapa de España —y de Galicia— que no está trazado en los informativos ni en los suplementos dominicales. Es el que recorre senderos, vive entre robles y abedules, cultiva lo propio sin cerrar puertas al mundo. Es el de quienes no tienen portavoz en la parrilla, pero cuidan lo que aún nos queda de común. Ese mapa pide ser contado. Y no sólo porque lo merezca: también porque sin relato no hay legado.

Como hacen los líquenes, necesitamos información que conecte aire, troncos y ramas, rocas y vida. Necesitamos medios que —como el agua entre márgenes bien conservados— acompañen, den forma y no arrasen. Porque el silencio prolongado de los medios no sólo es una renuncia, es también una pérdida. Y con ello, todos salimos perdiendo.

CyN informará de lo hecho —también— en este ámbito, de forma tenaz y muy seria en los últimos dieciséis años y, singularmente, en 2024 y 2025.

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El sábado 24 de mayo, 45 senderistas del Club Peña Trevinca de Vigo —una entidad con más de mil socios y una sección infantil de creciente actividad— recorrieron sin pausa y con paso firme los 18 kilómetros de la Ruta Quintá – Río Donsal (PR-G 159), desde O Couso hasta Cabana de Cervantes. Fue un recorrido por el alma profunda de Os Ancares, en uno los espacios más verdes, silenciosos y auténticos.

A lo largo del sendero, convertido en esta época en una alfombra verde, suelo y entorno de flores silvestres, musgo, liquen y hojarasca del pasado invierno, los caminantes avanzaron bajo la sombra protectora de castaños, robles y abedules centenarios. El murmullo del agua, el canto de aves escondidas en las copas y el crujido acompasado de las pisadas marcaron el ritmo de una jornada de conexión íntima con el paisaje ancestral, sin necesidad de palabras. Hablaba el paisaje a sus visitantes.

El grupo, trasladado en autobús desde Vigo, fue dejado en la cabecera en O Couso y recogido en Cabana de Cervantes, con una breve parada técnica en Buisán, final del cuarto tramo. Tras el recorrido, hicieron noche en Navia de Suarna y su entorno, ocupando toda la capacidad disponible. No pudieron venir más asociados por falta de alojamiento, dejando a más de 30 en lista de espera. Esta limitación pone de manifiesto la necesidad urgente de articular una red coordinada de alojamientos rurales en la comarca, que permita acoger el creciente interés por este tipo de turismo respetuoso y de calidad.

El domingo 25, el grupo recorrió parte de la senda del Val do Rao y manifestó su deseo de regresar para completarla y descubrir nuevas rutas. El guía, Ricardo Ares, que los acompañó en tres de los cinco tramos, ha comenzado a facilitarles otros itinerarios grabados por la asociación, como el del Bosque dos Grobos.

Durante el trayecto, surgió una propuesta especial: organizar una jornada divulgativa por la Ruta Quintá – Río Donsal con la sección infantil del Club Peña Trevinca, sembrando vocaciones senderistas y valores ambientales desde la infancia. CyN ha avalado la propuesta y ya ha solicitado la colaboración de los Concellos de Becerreá y Navia de Suarna para realizar limpiezas preventivas en los tramos críticos, al margen de la limpieza general prevista para julio o septiembre.

La ruta PR-G 159 no es solo un itinerario: es una escuela de sensibilidades, una puerta abierta al conocimiento del bosque atlántico, a las aldeas que resisten con dignidad el paso del tiempo y a un modelo de turismo que respira con el entorno sin alterarlo.

Como en Francia, cuidar el paisaje, conservar su carácter y apostar por una experiencia auténtica es invertir en el futuro de la comarca. La senda Quintá – Río Donsal es hoy un activo vivo y estratégico para la repoblación, el turismo de naturaleza y la memoria rural, que requiere cuidado permanente.

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Crónica exprés –Loira, Bretaña, Normandía y París– que demuestra cómo un país puede convertir el territorio, limpieza, memoria y paisaje en seña de identidad.

Una lección de coherencia territorial y de armonía

En una sola semana de trabajo de campo aflora la misma impresión, del corazón de París al último puerto bretón: Francia funciona como un ecosistema donde patrimonio, medio ambiente y vida cotidiana encajan sin fisuras. Administraciones y ciudadanía comparten un pacto tácito –planificar, ejecutar y conservar– que el visitante percibe a cada paso.

  1. Obras que se terminan… y se cuidan. Murallas medievales dignificadas con pasarelas ligeras, puertos fortificados en uso y cascos históricos restaurados prueban que el pasado puede seguir produciendo valor cuando la intervención es respetuosa.

  2. Ríos vivos, riberas floridas. Cauce limpio, agua navegable y orillas ajardinadas son la norma gracias a décadas de saneamiento y a un civismo introyectado.

  3. Verde ornamental y productivo. Rotondas ajardinadas, avenidas arboladas, prados de alto rendimiento y viñedos impecables conviven sin rastro de eucaliptales masivos; dominan el arbolado autóctono y los plátanos urbanos.

  4. Industria discreta. Naves bajas, pintadas en tonos neutros, protegidas con setos y ausencia total de vertidos: la actividad económica suma, no resta, al paisaje.

  5. Turismo que cultiva memoria. Castillos, entramados de madera y jardines históricos sostienen un modelo que mezcla cultura, deporte y naturaleza bajo la premisa de “conservar para disfrutar”.

  1. Servicios bien pensados. Áreas de descanso cada 20 km, señalización clara y rotondas temáticas –algunas plantadas de vides en el Loira– suavizan la movilidad y embellecen la red viaria.

Clave para España y Galicia

Cinco verbos resumen la receta francesa: planificar, presupuestar, ejecutar, conservar y limpiar. Terminar lo empezado, dignificar lo antiguo y mimar cunetas, riberas y fachadas engendra orgullo cívico, atrae visitantes y refuerza la economía local. No hace falta un milagro; sí constancia, cultura de servicio y alianzas público-privadas estables. Todo un ejemplo exportable y un referente para España y Galicia, en particular.

Próximas entregas

En las siguientes publicaciones desgranaremos datos, gráficos y comparativas específicas entre Francia, España y, en particular, la Galicia rural: un retrato que pondrá en evidencia carencias de planificación, prioridades y ejecución. Continuará…

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El 26 de abril de 2025, mientras en Roma se rendía en tributo al Papa Francisco —padre de la encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común—, en Os Ancares la primavera ofrecía su propio homenaje: una sinfonía de vida y belleza que recorrimos con alma y los cincos sentidos abiertos.

Dos de los tramos de la Ruta Quintá – Río Donsal (II y III) nos regalaron un espectáculo que solo el corazón puede entender del todo: alfombras verdes tapizadas de flores blancas, amarillas y violetas, muros de piedra cubiertos de musgo luminoso, árboles centenarios abrazados por líquenes y enredaderas, agua que canta en cascadas mínimas y riega los sueños del bosque de sus aledaños.

La senda, esculpida en suaves curvas, invitaba a caminar despacio, a respirar hondo, a detenerse en cada brote de vida nueva. Xestas de oro encendido, tojos en flor, helechos y plantas medicinales dibujaban un paisaje casi irreal, donde el musgo oxigena los pulmones y la hierba y flores amortiguaba las pisadas como una bendición vegetal.

El río Donsal, en su caudal medio, marcaba el ritmo de esta jornada luminosa. Cada salto de agua, cada remanso transparente, componía una música natural que acompañaba los pasos y el latido del senderista en su recorrido 283. Entre los árboles, las ramas aún desnudas de algunas especies se enredaban con brotes verdes que anticipan la plenitud.

Hoy, más que nunca, sentimos que CyN ha esculpido con su labor medioambiental no solo una senda, sino un legado de belleza viva: aire limpio, agua clara, biodiversidad renacida. Cada detalle que vimos, cada foto tomada, es testimonio y premio a más de quince años de esfuerzo silencioso pero fecundo.

Recorrer esta ruta en primavera es una experiencia para el cuerpo y un alimento para el alma. Es respirar esperanza. Es abrazar la vida de las especies naturales y silvestres en su estado más puro y recordar que cuidar este rincón es cuidar también nuestra propia humanidad, la belleza y la armonía del paisaje y de los cinco sentidos.

A quienes nos siguen desde Galicia, España, América, Europa y Asia: observarán que esta belleza que hoy os compartimos también es vuestra. Venid a caminarla. Venid a sentir que, aquí, la vida aún canta. Venir con tiempo, sin prisa para leer la partitura natural y musical de una senda húmeda y con palio forestal sin parangón.

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