Hemeroteca del 7 julio, 2025

Comentario-informe de Castaño y Nogal sobre incendios forestales y prevención desde el territorio

Cada verano Galicia y buena parte de España arden. Pero el fuego no es la causa, sino el síntoma de una falta de planificación y dejadez estructural, reiterada año tras año. No hay azar en los incendios forestales: lo que hay es abandono, desconexión con el territorio, descoordinación entre administraciones —convertidas en islas de poder— y un uso ineficiente, a veces irresponsable, de los recursos públicos afectos que deberían proteger lo común y no lo hacen.

Arden montes, sierras, laderas, zonas cultivadas de cereales, pueblos, establos, pallozas y aperos… pero también arde lo que no se ve: la confianza ciudadana, la memoria de nuestros mayores, la biodiversidad, los cauces, los suelos, las raíces, la posibilidad real de vivir las especies en el rural con dignidad.

Desde la Asociación Castaño y Nogal —centinela activa del paisaje desde 2008, voz crítica y cooperante persistente en Os Ancares— alzamos -una vez más- la voz con serenidad pero sin ambigüedades: el modelo de prevención vigente ha fracasado. Administraciones con competencias como la Generalitat de Cataluña, la Xunta de Galicia y otras administraciones reaccionan tarde, solo cuando las llamas ya lo arrasan todo y ni la UME puede pararlo, cuando ya es tarde para proteger la vida vegetal, los bosques, la biodiversidad de especies y la riqueza ambiental que aún respira y genera oxígeno.

La prioridad institucional parecen ser los contratos de emergencia y el despliegue reactivo de medios aéreos, no el cuidado preventivo, planificado y comunitario del territorio.

Mientras tanto, quienes sí lo cuidamos —desbrozando caminos, entonos llenos de vida autóctona, restauramos tramos erosionados, mantenemos viva una senda homologada de 18,2 km en plena Reserva de la Biosfera— lo hacemos con obstáculos deliberados y barreras dignas de una película de terror, de ejemplos de insumisión legal, de malas prácticas y asfixia administrativa, sufriendo discriminación, sin cobertura pública, sin eco en los medios ni en las agendas institucionales. Lo hacemos con quienes nos escuchan y están dispuestos a cooperar, con herramientas propias y/o en cooperación puntual o periódica, con ética, con lo más granado de la juventud mundial comprometida con lo común. Lo hacemos sin quemar, esculpiendo viejos caminos de carro y sendas ancestrales, entornos de sendas y ouriceiras, de presas, río y regatos que ejemplo vivo de la belleza natural de un territorio que necesita ser amado y conservado, sudando la camiseta. Sin negocio. Con alma.

Hay cientos de millones de euros asignados a resiliencia, sostenibilidad y digitalización del rural. Pero los vemos pasar de largo. Y no es por casualidad.

Cada incendio sin o mal prevenido es una claudicación institucional ante intereses económicos y políticos que se benefician del fuego o de su gestión. Es una agresión al presente y una renuncia al futuro. Galicia y Cataluña, como el conjunto de España, merecen más que anuncios y comparecencias vacías: merecen y necesitan una estrategia seria, plan integral, cooperación basada en el conocimiento del territorio, en la implicación real de la sociedad civil y en el uso eficiente de los recursos disponibles. prevención en Galicia, en Cataluña, en Castilla y León, en Valencia, en Canarias. En toda España. Hay fuego… y silencio. Hay fondos… y descoordinación. Hay poder… y falta de ética pública, hay falta de prevención y de acción en el territorio. Hay falta de diagnóstico del problema y de la inacción pagada por todos los contribuyentes.

Y nos preguntamos como parte de la sociedad civil:

¿No es también una forma de corrupción la inacción y la infrautilización de recursos materiales y humanos pagados por todos los contribuyentes?

¿No lo es la falta de planificación territorial la plantación de especies foráneas, de eficiencia, de agenda pública y de control de productividad de medios materiales y humanos permanentes de brigadas de distritos forestales?

Lo que arde no es solo monte: es nuestro futuro común, el legado de generaciones y hasta cementerios (como el de la 1ª foto) donde reposan restos óseos y cenizas las generaciones que nos precedieron.

Y cada hectárea, cada árbol, cada casa, cada colmenar o establo quemado sin prevención efectiva es una derrota colectiva.

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