Estos días he podido hojear el libro «Huellas y acción de un alma rural», del que es autor y editor Antonio Álvarez, presidente de la asociación Castaño y Nogal, dedicado a su madre Serafina, a la que tuve la suerte de conocer durante el work camp de agosto de 2011 y luego en una visita a su casa de Quintá en 2019.

El libro no está a la venta por se de edición restringida, hecho para poner en valor y resaltar la obra de una madre rural. Me ha parecido muy interesante para las generaciones venideras como relato y como fuente de investigación.

La historia de la familia de casa da Cha de Quintá constituye un ejemplo muy representativo del modo de vida en Os Ancares gallegos durante el siglo pasado y, por tanto, de alto valor cultural.

El libro trata además de la vida y época que lo ha tocado vivir a Serafina <1928-2022> temas como la emigración, la educación familiar y el papel imprescindible de las mujeres en las familias, representados por Serafina.

Fue sin, duda, una persona visionaria y adelantada a su tiempo en su modo de ver la vida, la educación, el trabajo y su papel como impulsora y precursora en dinamización rural y la virtud de la acogida de voluntarias y voluntarios de varios países y de diferentes regiones españolas.

Visión que -en parte- se materializó a través de los Workcamps organizados por la asociación Castaño y Nogal liderada por Antonio Álvaez y apoyada por su familia, especialmente por Fe, y que ha permitido que hoy en día podamos disfrutar de la ruta desde Quintá de Cancelada por laderas, fragas, minivalles de la cuenca del río Donsal, con un nivel paisajístico e histórico altamente preciado.

Por lo tanto, se trata de un registro de carácter antropológico-social para la posteridad que nos recuerda los orígenes humildes de un rincón gallego, un ejemplo de lucha y superación de retos en entornos orográficos complicados, de educación, medioambiente y patrimonio autóctono y típico.

Con su lectura, he podido visualizar y entender mejor el contexto en el cual se sitúa el campo de trabajo que coordiné en su día, por lo que fue un honor y hasta un privilegio el haber compartido con nosotros un libro que describen etapas, labor, luchas y evolución de una familia de origen humilde que evolucionó al ritmo de ostiempos e impulsó mejoras locales en ámbitos diversos.

Aprovecho este comentaro para recomendar a padres y jovenes que participen en wokcamps desde los 18 años, comenzando en el propio país y luego en el extranjero, lo que es una forma de enriquecerse y conocer a otros jóvenes, países y lenguas que luegoi serán muy importantes para aportar como mérito en procesos de selección.

Zaloa Delgado Gómez, ingeniera coordinadora Work Camp 2011

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