Hemeroteca del 9 junio, 2022

Del primer tramo de la Ruta Quintá-Río Donsal, en fotos tomadas con teléfono móvil ayer por la tarde, con algo de lluvia, que resaltaba las diez tonalidades de verde de la zona comprendida entre Quintá y O Couso. Nos acompañó en el recorrido el perro mastín Pancho, como es habitual.

En la ida y en la vuelta oímos en diferentes puntos del recorrido el canto del cuco y de la rola, habitual por esta época y el run run de sinfonías de agua del regato que baja de los prados de O Couso a Quintá por la zona de Nováis.

Lo que destacaba por encima de todo a nuestra vista y percibían los sentidos eran las diez tonalidades de verde intenso en una tarde propicia para la fotografía y captar los detalles del paisaje.

De las hojas verdes de los castaños, uces, xestas, flores, hierbas, helechos, el musgo y otras especies vegetales pendían y caían intermitentes gotas de agua de lluvia que resaltaban las tonalidades de verdes. Eran como un lienzo natural sobre tierra y rocas que configuraban una alfombra natural de un museo al aire libre, al tiempo que comenzaban brotar, de nuevo, la hierba cortada recientemente de la zona de tránsito peatonal.

La naturaleza, el bosque y vegetación autóctona, el agua, los cantos de pájaros y sonidos de agua eran para un senderista en funciones temporales de escritor inspiración y recuerdos pasados de ancestros de una madre nonagenaria, familia y sociedad civil comprometida con lo común.

Hoy, en un proceso de recopilación y toma de datos y fotos de vestigios, entornos, medios y de apeos de labrar y mobiliario y utensilios de casas rurales de una economía de supervivencia del pasado siglo XX iremos a aldeas del municipio de Fonsagrada, en el que nació Serafina González Fernández en 1928, que identificaremos y o fotografiaremos para un libro en proceso. Esta localización y visita fue posible gracias a un antiguo compañero de estudios en la Escuela Unitaria de Freijo, ex técnico agrícola conocedor de lo que había y se usaba para labrar y elaborar y conservar alimentos, en un entorno aislado y de una forma de vida ancestral y de autoconsumo.

Navegar por el pasado y llevarlo a una obra que superará las quinientas páginas es un reto estresante, lleno de obstáculos, de carencias de un pasado no documentado, en trance de desaparición, pero también de retos y momentos gratos. Las huellas para que trasciendan tienen que quedar escritas y registradas para las generaciones venideras e investigadores.

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